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Friday, February 6, 2009

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VICTORIANO

Esta historia no es la apología de un héroe, ni la vida de un santo y mucho menos la tragedia de un mártir, quizás en parte quiera ser la reivindicación de un supervillano, pero por sobre todo, es la historia de un hombre de carne y hueso, con grandes virtudes y defectos. Un presidente de México, a la altura moral de Villa, Carranza, Obregón y Calles, los caudillos que hicieron la Revolución Mexicana y que uno a uno se fueron traicionando y asesinando, en pos del mismo sueño que guió los actos de Victoriano Huerta, ser presidentes de México, por el poder, el gusto y la gloria de ocupar tan alto sitial.

Victoriano Huerta, es victima y victimario, en una historia que se entrelaza con los más excelsos frutos del porfiriato: el privilegio, la concentración de la tierra y los desposeídos. Huerta es la pieza fortuita en el ajedrez político, que aprieta el gatillo para la caída de Madero, no necesariamente su verdugo.

Los victimarios de Madero, son los cobardes actores tras bambalinas, que ostentan los grandes privilegios e intereses del Porfiriato; las potencias extranjeras empecinadas en controlar los recursos naturales de México, los latifundistas, los empresarios, los senadores e incluso los periodistas que desde su tribuna, día con día forjaron el desprestigio y la caída de Madero. Conspiradores secretos que azuzaron los vientos de la contrarrevolución y alentaron los levantamientos de los generales: Pascual Orozco, Bernardo Reyes y Félix Díaz, para destruir la precaria restitución de tierras, proclamada en el Plan de San Luis, por Madero y después negligentemente olvidada en la victoria.

La vida de Madero desde su triunfo se encontraba en el vértice de peligrosas e incontenibles fuerzas e intereses; latifundistas y desposeídos, todos ellos guiados por el interés milenario de la posesión de la tierra y Madero murió en manos de los poderosos, y sino hubiera sido así, habría muerto, a manos de los campesinos, por no haber cumplido su palabra de restituir la tierra, y en el último de los caso, su vida la habría tomado los generales triunfantes. Carranza, Díaz ,Zapata o Villa habrían sido los apellidos de sus victimarios.

La enconada efervescencia campesina desatada después de la muerte de Madero, no es por la venganza de la muerte del caudillo, sino por la fallida restitución de tierras del maderismo, es en contra de Huerta, pero esencialmente de las fuerzas porfiristas intocadas por la revolución. Con Huerta cae no solo su gobierno, sino también el estado porfirista, con su ejercito y su régimen de privilegios; es la irrupción de la sociedad de masas en la dirección del destino de la nación. Uno a uno los diferentes gobiernos revolucionarios se irán desdiciendo de sus promesas y buscaran escamotear el reparto de tierras a los miles de campesinos que levantados en armas ofrendaron sus vidas y dejaron los campos cubiertos de sangre y cadáveres, pero la obstinada demanda zapatista por las tierras persistirá de un gobierno a otro, con incesantes llamamientos a la violencia.

La historia de Victoriano Huerta, es la historia de un hombre tenaz y disciplinado que a través de la carrera de las armas, se levanto con grandes esfuerzos y sacrificios desde la humilde cuna de una familia huichola en un recóndito pueblo de Jalisco, hasta las primeros grados militares del porfiriato. Un general y estratega brillante quien vio recompensados sus mejores esfuerzos, con la ingratitud de un Díaz, y de un Madero, que pagaron sus servicios, el uno con la persecución política y el otro con el despido.

Huerta fue el militar eficaz y triunfador en la pacificación Maya, de Bernardo Reyes; El general valeroso y osado de Porfirio Díaz y quien le acompañara a su destierro; el general de la confianzas de León de la Barra, en Morelos, y sobre todo el campeón invicto de Madero, triunfador sobre el gran héroe de la Revolución: Pascual Orozco. Pero por sobre todo, Victoriano Huerta fue el postergado y menospreciado general que traicionó a Madero y así mismo, y cuya entereza sucumbió ante los falsos brillos de la gloria y el poder, que voces tenebrosas le susurraron al oído, llamándole a convertirse en el salvador de la patria, ante una imagen pusilánime y timorata de Madero que no supo cumplir sus promesas, ni imponer su autoridad. A la postre la aventura de Huerta terminará ante las violentas embestidas de los constitucionalistas, pero principalmente de la división del norte de Francisco Villa, un bandolero y brillante caudillo campesino quien un día estuviese a punto de ser pasado por las armas por Huerta, y al que milagrosamente salvara Madero.

Victoriano Huerta fue, el indio huichol que inspirado por las palabras y ejemplo del otro indio mexicano: Benito Juárez, soñara con ponerle un hasta aquí a la intromisión norteamericana en México; Huerta fue el general quien creyera que la grandeza militar de México era posible, encontrando un soldado en cada hijo de la patria; Victoriano fue el único gobernante mexicano quien realmente creyó que la educación haría libres y más fuertes a los mexicanos, tal como el mismo; Victoriano Huerta fue el militar duro, el padre amoroso y responsable, el hombre que jamás lloró; aquel que resistió el dolor sin quejas, y los oprobios con resignación; el hombre que se alimentó, como su pueblo, comiendo fritangas en la calle, que bebió coñac sin embriagarse y hasta morir. Victoriano Huerta fue un colotlense, que murió en Fort Bliss, y cuya última voluntad no ha sido cumplida, sus restos aún reposan sin sosiego en suelo gringo.

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