Sunday, December 2, 2007

Ecos de la personalidad de Huerta


En efecto su alcoholismo es legendario, algo consustancial a su personalidad. También aseguran que vivía a la sombra de Bernardo Reyes, Porfirio Díaz y Francisco I. Madero, que aún cuando eran sus jefes abrigaba hacia ellos fuertes resentimientos porque no le hacían caso. Le peso mucho que no le dieran su lugar, en cambio, el presidente Benito Juárez si lo supo distinguir cuando era apenas un niño indígena de origen huichol. No es peregrino imaginar que ese estimulo alentara en él el delirio de grandeza.”

“En la querella con la Casa Blanca, la razón estuvo del lado de Huerta. Y el pueblo que palpaba la insolencia de Wilson, no podía disgustarse por que aquel hombre de bronce se atreviera a recoger del suelo el guante que se le arrojaba.”




“Era que el general Huerta, como todos los mortales, tenía su lado bueno y este consistía en ser mexicano por los cuatro costados. Soñaba en que México podía liberarse del influjo norteamericano, Huerta decía: “En 1810 nuestra patria se sacudió la dominación española; en la lucha de 1857 hasta 1867 se obtuvo la emancipación de la conciencia y se le puso un hasta aquí a toda posible tutela de Europa; en nuestro tiempo, el problema consiste en no permitir que los Estados Unidos traten de conducir nuestros destinos” ese fue su pensamiento, ese fue el origen de su popularidad, de su derrota, de su destierro, de su prisión y de su muerte.”



“A parte de que a ningún mexicano le puede repugnar esa doctrina. Huerta tenía perfiles masculinos y una fortaleza de las que siempre dejan huella profunda en las masas humanas. Su cuerpo era superior a la fatiga, sus músculos nunca se contrajeron por el dolor, sus nervios estaban domados por completo, sus ojos jamás derramaron lagrimas”

“Muy pocos hombres he conocido en este mundo que beban tanto como el general Huerta; pero en honor a la verdad, nunca lo vi borracho. El general Huerta jamás daba señales de que se le subiera el alcohol. Al igual que el formidable general Sostenes Rocha, no ocultaba su gusto por el coñac, y pronto adquirió fama de bebedor. Esta apreciación se la gano desde que era coronel, mucho antes de sus campañas militares de Quintana Roo, Guerrero, Morelos y Chihuahua. Al general Huerta le tenía sin cuidado lo que la gente dijera en relación con su gusto por las copas, y cuando fue Presidente no altero sus costumbres anteriores.”




“El general adoraba a los alemanes. Le atraía lo prusiano. Madero y el son locos muy comparables: ambos son a fin de cuentas republicanos, locos patriotas. Huerta quería vender el petróleo a los alemanes y con la ayuda de ellos militarizar el país. Su idea consistía en imponer a los gringos una barrera infranqueable, soñaba con un gran ejercito, llevar a la realidad la plegaria del canto patrio “un soldado en cada hijo te dio.”
















Orozco y Huerta rebeldes


Después de su renuncia a la presidencia de México, Victoriano Huerta a bordo de un crucero alemán fue conducido de Coatzacoalcos a La Habana, de donde salió para Europa, fijando su residencia en Barcelona, España. Fue allí hasta donde en el mes de febrero de 1915, llegó el agente alemán Franz Von Rintelen, para proponerle al general Huerta la posibilidad de reconquistar el gobierno mexicano. Los alemanes buscaban instalar una base de operaciones militares en México, ante la posibilidad de que los Estados Unidos entrarán en la primera Guerra Mundial. En abril o mayo se vieron nuevamente en la ciudad de New York, en donde se selló el acuerdo recibiendo Victoriano Huerta 895,000 dólares y la promesa de 10,000 rifles. La fecha de la conspiración para recuperar la presidencia se fijó para el mes de junio del mismo año. En esta empresa figuraba junto con Huerta el general Pascual Orozco. El Departamento de Estado norteamericano , estuvo al tanto de los preparativos del levantamiento, de tal forma que un día antes de la fecha fijada para el mismo, el Departamento de Justicia confiscó en un almacén del Paso, Texas. 14 ametralladoras, 500 rifles y 100,000 cartuchos, pertenecientes a un exiliado mexicano y la mañana del 27 de junio Orozco y Huerta fueron aprehendidos por autoridades norteamericanas. Huerta y Orozco fueron libertados bajo fianza, dándose ambos a la fuga. Pero Huerta volvió a ser capturado y se le cancelo su liberta bajo fianza, en tanto que Pascual Orozco anduvo prófugo por varios meses hasta que cayó en un tiroteo con agentes federales en Culbertson, Texas.

Huerta fue encarcelado en Fort Bliss de julio a noviembre de 1915. Pero debido a la gravedad de su enfermedad, se le permitió vivir con sus familiares que habían llegado de España, en la vieja casona de la zona centro del Paso. El día 13 de enero de 1916, Huerta sufrió fuertes dolores en el estomago y fue conducido nuevamente a Fort Bliss para ser intervenido quirúrgicamente, por la tarde de ese mismo día su cuerpo fue regresado por militares norteamericanos, y su familia a través de su abogado externo que la operación había sido el pretexto para matarlo. Los restos de Huerta fueron enterrados en un catafalco en el cementerio Concordia del Paso, Texas. Sitio en el que permanecieron hasta 1932, fecha en que fueron cambiados a Evergreeen Cemetery, donde hasta el día de hoy permanecen. En 1975, las hijas de Huerta vinieron a el Paso, a ponerle una placa al monumento la cual reza: General de División Victoriano Huerta, 1854-1916. Presidente de la República Mexicana.

Es en el cruce de las avenidas Alameda y Boom, donde se encuentra el Evergreen Cemetery, sitio en el cuál reposan aún los restos del colotlense Victoriano Huerta Márquez y que a la distancia de 86 años de su muerte, aún no se cumple su ultima voluntad, asentada en su testamento, que sus restos descansen en su tierra, México.

En la vida de los grandes hombres hay también grandes errores; toca a la historia juzgar de ellos y absolverles o condenarles, pero el perdón y la compasión es cuestión de hombres vivos.

Logros del gobierno de Huerta.


“ Entre los logros que se podrían citar de su administración como presidente de la República bajo el argumento de ser una tercera alternativa para el país. Es decir no significaba la alternativa porfiriana, ni tampoco la revolucionaria, sino una intermedia que presumía en solucionar los problemas que padecía la nación, se pueden citar: la creación del Ministerio de Agricultura, que consistía en repartir las tierras nacionales, fomentar el fraccionamiento de las haciendas y la creación de escuelas experimentales para mejorar la agricultura. En materia educativa Victoriano Huerta ejecutó un proyecto de escuela rudimentarias con el objeto de reducir el analfabetismo. Planeo la construcción de aproximadamente 5 mil escuelas en las zonas más marginadas del país, para que la gente aprendiera a leer, escribir, hablar español, hacer operaciones aritméticas, estudiar historia y civismo. En materia laboral continuo con el Departamento del Trabajo creado con Francisco I. Madero. Sin embargo promovió una legislación que contemplaba la obligatoriedad de un día de descanso.

Orozco se une a Huerta


“Al ser derribado y asesinado Madero en febrero de 1913, Pascual Orozco, siguiendo su línea antimaderista pero alejándose ya completamente de las preocupaciones sociales enunciadas en el Pacto de la Empacadora, dio su apoyo al jefe militar que antes lo había derrotado, el general Victoriano Huerta y con su gente –los “colorados” de Orozco- fue uno de los más feroces defensores del régimen huertista en contra de las tropas de Francisco Villa, quien quedo como el único caudillo popular de todo el campesinado del norte. Orozco, secundando los propósitos de Huerta, envió a su padre a conferenciar con Zapata, para convencerlo de deponer la armas y apoyar al nuevo gobierno. Zapata respondió suprimiendo el nombre de Pascual Orozco del Plan de Ayala y fusilando a su padre.”

Los villistas son castigados por Carranza, se firma el pacto de Torreón


“Después del triunfo de Zacatecas, los vencedores villistas son castigados por Carranza, a quien todavía reconocen como el jefe de la revolución, este manda cortar el suministro de carbón de Monclova para los trenes villistas, así como cierra el paso de armas y cartuchos para la División del Norte, destituye a Ángeles como subsecretario de guerra en su gabinete. Sin embargo después de una negociación, de la cual surge el pacto de Torreón, firmado el 8 de julio de 1914, en el que se reconoce a Carranza como primer jefe, a Villa como jefe de la División del Norte y se les garantiza el aprovisionamiento de los pertrechos necesarios para sus tropas, además se establece que una vez derrotado Huerta, el jefe constitucionalista, constituido en poder ejecutivo provisional, convocara a una convención de jefes constitucionalistas, quienes fijaran las fechas de las nuevas elecciones y aprobaran un programa de gobierno. El último punto del pacto de Torreón es su cláusula octava en la cual se comprometen a desaparecer el ejercito federal y formar el constitucionalista; a implantar el régimen democrático; a procurar el bienestar de los obreros; a emancipar económicamente a los campesinos, haciendo una distribución equitativa de tierras entre otras.”


Obregón se dirige hacia la ciudad de México

“Cuando un mes después Obregón esta a punto de entrar a la ciudad de México, Carranza desconoce el pacto de Torreón, argumentando que el no lo firmo, y que solo acepta aquello de la subordinación de la división del Norte a su jefatura, pero no el compromiso de la convención, ni el programa de gobierno.”

“A mediados de mayo de 1914, el ejercito del noroeste bajo el mando de Álvaro Obregón había comenzado su rápida marcha sobre México. El 6 de julio derrota a los federales en Orendaín cerca de Guadalajara, el 8 mientras en Torreón se firmaba el Pacto, Lucio Blanco termina de destruir los tres mil hombres del ejercito federal que intentaban abandonar la ciudad y Obregón entra en Guadalajara. Sin detenerse sigue su avance sobre la capital. El 15 de julio de 1914, Victoriano Huerta renuncia a la presidencia de México. El presidente interino que los sustituye es Francisco Carvajal.



“todos los que andamos en esto- le había dicho en alguna ocasión Obregón a Carranza- lo hacemos por patriotismo y por vengar la muerte del señor Madero. Al oírlo Carranza debió de haber quedado desconcertado, Carranza nunca luchó por Madero, y aún menos por vengar su muerte, sus intereses siempre fueron otros y muy diferentes.”

Los huertistas entran en crisis

En el bando huertista, la crisis se aceleraba con las derrotas en el norte y el sur, además de la intervención norteamericana que le privaba de suministros militares, todo esto se agravaba con los problema internos con los obreros. La actitud de los Estados Unidos hacia la revolución mexicana fue oscilante en su forma, pero constante en su fondo: apoyar aquella fracción, que a su criterio, ofreciera garantías de orden y de respeto a sus propiedades. Así mantuvo constantemente emisarios ante Carranza, Villa, Obregón e incluso envió algunos a tierras sureñas.


Pero el asesinato de Madero produjo un efecto que los golpistas, acostumbrados a ver las cumbres dirigentes y no las masas, no supieron prever: con Madero desaparecía el último resabio de legitimidad con la cual el gobierno podía contener a una buena parte de los campesinos, que todavía esperaban el reparto agrario brevemente esbozado por Madero, en el Plan de San Luis.”

“Victoriano Huerta trató de estabilizar su situación por varios flancos. Mantuvo en funciones al Congreso, pero a medida que la situación se hacía más difícil aumentaron sus enfrentamientos con éste, comenzó a perseguir a los legisladores, secuestro y asesino finalmente a Belisario Domínguez por un violento discurso de éste en su contra y cerró el parlamento el 10 de octubre de 1913. Pospuso las elecciones presidenciales y quedó en posesión permanente de la presidencia. Por otro lado trato de establecer relaciones con los obreros y los campesinos.

Huerta mantuvo las conquistas obreras del periodo maderista y acepto la existencia y funcionamiento de los sindicatos. Por otro lado se dirigió a las fuerzas campesinas e intento neutralizar y atraerse a Orozco en el norte y sobre todo a Zapata en el sur, invocando su oposición a Zapata a quien ambos combatían. Pascual Orozco acepto y se sumo al huertismo. A Zapata el gobierno le ofreció cargos.

Crisis y rompimientos de los constitucionalistas


“Cuando la suerte militar de la guerra hacía ya vislumbrar la derrota de Huerta, era natural que hiciera crisis la heterogénea alianza revolucionaria. Allí paso a primer plano el conflicto entre la dirección burguesa de Carranza y los ejércitos campesinos en los cuales se apoyaba. Había que contener el ascenso militar y social del villismo, en torno a cuyo avance se alzaban las esperanzas de las masas campesinas, las tomas de tierras, los ajustes de cuentas con los explotadores, todo el desorden necesario y violenta de cualquier revolución verdadera. Había que impedir, sobre todo que fuera la División del Norte quien ocupara México, como estaban proyectando Villa y Ángeles. Carranza haciendo uso de sus atribuciones como primer jefe, ordeno absurdamente a la División del Norte, replegarse hacia Saltillo y retomar esta posición , en control de los federales. La División del Norte derrotó en Paredón al enemigo y entro en la capital de Coahuila el 17 de mayo de 1914. Carranza entretanto le dio ordenes al ejercito del noroeste, inactivo desde hacia algunos meses, mientras los villistas resolvían lo más duro de la guerra, de que avanzaran hacia la capital.

Villa renuncia a la división del norte, los generales de la misma desconocen a Venustiano Carranza y Pánfilo Natera inicia el asedio de Zacatecas

“Después de recuperar Coahuila, Villa reunió nuevamente sus fuerzas en Torreón y se dispuso a reanudar la ofensiva hacia el sur. Pero Carranza había dado ordenes a Pánfilo Natera de tomar Zacatecas, y le ordena a Villa, permanecer en Torreón y enviar algunos miles de hombres a apoyar a Natera. Villa se subleva ante esas disposiciones, políticamente adversas y militarmente desastrosas, pues Natera iba a una derrota segura ante la poderosa guarnición de Zacatecas. Envía en consecuencia su renuncia como jefe de la División del Norte. Carranza la acepta de inmediato y por telégrafo convoca a una reunión de los generales de la División del Norte, para propone sucesor a Villa. Luego de una discusión telegráfica entre los oficiales que sostienen a Villa y Carranza que insiste en su relevo, se produce la ruptura. Los generales de la División del Norte desconocen a Carranza como primer jefe, confirman a Villa como jefe de la División, y de esta forma reanudan su avance hacia Zacatecas, nombrándose insubordinados y autónomos.

Inicia la toma de Zacatecas

“Desde el 12 de junio las tropas de Natera tenían a Zacatecas bajo su fuego. El 22 de junio inicia su ataque formal la División del Norte, en el máximo de su fuerza y de su furia, porque allí se jugaba el destino no solo ante los federales, sino también ante la jefatura carrancista. El 23 de junio de 1914, Pancho Villa toma Zacatecas, es la mayor acción de armas de la revolución hasta el momento. Ha sido aniquilado por completo todo un ejercito federal, con su oficialidad, sus trenes y su armamento entero. Es el desastre definitivo de las fuerzas de Huerta.”


“El ejercito forjado desde la intervención francesa, que ha sido sucesivamente de Juárez, de Lerdo, de Díaz, de Madero y de Huerta, ha sido destruido por un ejercito de campesinos, al mando de un bandolero, Pancho Villa y un general traidor a este mismo ejercito, Felipe Ángeles. La espina dorsal del viejo Estado esta partida. No habrá ya transmisión de mando y los poderes. De la guerra civil deberá surgir otro ejercito, completamente nuevo, y en consecuencia otro Estado. Es sobre la organización de ese Estado que se entablará la siguiente fase de la guerra civil: la guerra militar de clases entre los vencedores.”

Francisco Villa y la división del norte


“Francisco Villa había entrado a Chihuahua, desde Estados Unidos, en marzo de 1913. como antiguo oficial maderista, se incorporo al constitucionalismo y comenzó a organizar lo que pronto sería una brigada y meses después la División del Norte. Pancho Vila nacido en 1878 en Durango, había sido un campesino prófugo de la justicia por sus conflictos con los terratenientes. Conocía todos los oficios del campo y durante años había vivido en el monte, del robo de ganado. Villa no tardo, iniciada la revolución, en dar prueba de sus dotes de caudillo campesino, una gran capacidad de organización militar. Así afirmo su autoridad no sólo sobre una gran masa de soldados campesinos que formaban sus tropas, sino también sobre los oficiales.”



“Con su brigada inicial Villa obtuvo algunas victorias, entre ellas la toma de San Andrés, y sobre estos éxitos aumento el reclutamiento. El 29 de septiembre de 1913, declaró constituida la División del Norte, cuyos oficiales lo designaron general en jefe. Sin perdida de tiempo atacó y tomó la ciudad de Torreón, importante nudo ferroviario, y se proveyó así de pertrechos militares y abundante material de transporte. En noviembre, regresando hacia el norte, se prepara para tomar Chihuahua, es rechazado por las tropas defensoras. Entonces sin dejar de amagar Chihuahua con parte de las tropas avanza a marchas forzadas hacia ciudad Juárez, y a través de una estratagema militar, se apodera de la plaza y conquista así una puerta abierta sobre la frontera, por donde podrían pasar los pertrechos militares y abastecimientos. El 23 de noviembre derrota a los federales en Tierra Blanca, el 8 de diciembre toma Chihuahua y el 11 de enero de 1914, derrota a los huertistas en Ojinaga limpiando la región de federales.”


“El 2 de abril de 1914, el ejercito villista le inflinge una de las grandes derrotas al ejercito federal, con la batalla de Torreón, donde tras días de fragoroso combate, finalmente se impone Pancho Villa y sus dorados, y el estado mayor de Villa decide marchar sobre Zacatecas, que era el último baluarte huertista, antes de marchar sobre México. En ese mismo mes de abril, los zapatistas habían tomado Iguala y Chilpancingo, y la división del Noroeste la ciudad de Monterrey, además que las tropas norteamericanas se habían apoderado de Veracruz. El efecto de esta enésima intervención en territorio mexicano, tuvo como consecuencias, el cortar el abastecimiento huertista de armas inglesas y con ello debilitar la situación federal.”

Los constitucionalistas


“El ejercito constitucionalista apareció como un centro militar para el levantamiento de los campesinos de todo el norte del país. Ese centro atrajo también a la pequeño burguesía democrática de provincias, a maestros, artesanos, agricultores medios y a sectores burgueses locales que antes habían apoyado al maderismo y veían a la moderación evidente de Carranza, con su viejo instinto de gobernador conservador, como un freno al desborde de la revolución campesina.”

“Las fuerzas constitucionales se organizaron, en el curso de 1913, en tres cuerpos militares; la División del Norte, encabezado por Francisco Villa, a partir de Chihuahua; el ejercito del Noroeste, dirigido por Álvaro Obregón, a partir de Sonora, y el ejercito del noreste, al mando de Pablo González, a partir de Tamaulipas Nuevo León y los estados del noreste”



“Los soldados del ejercito constitucionalista, en sus tres cuerpos, eran los campesinos del norte. La revolución significaba para ellos las perspectiva de la tierra. Las partidas campesinas sublevadas en distintas regiones se fueron incorporando a los ejércitos. Los oficiales, en su mayoría, surgieron de la pequeño burguesía de provincia- empleados, maestros, agricultores medios- y algunos del antiguo ejército federal , como el general Felipe Ángeles, maderista, artillero y estratega del ejercito de Villa. Álvaro Obregón, era un pequeño agricultor acomodado de Sonora, que pronto destacó por sus dotes militares y sus capacidades y ambiciones políticas. Plutarco Elías Calles, el otro futuro presidente de México, era comisario de policía en la ciudad fronteriza de Agua Prieta, Sonora.”
Huerta es apoyado por los británicos

“Huerta estaba apoyado por intereses británicos así como por los grupos dominantes de terratenientes porfirianos, banqueros y grandes industriales y por el clero, sin embargo miembros de la burguesía regional que habían apoyado a Madero en oposición a Díaz, ahora apoyaban a Carranza, y lo mismo ocurría con ciertos interese norteamericanos, especialmente la Standard Oil, debido a su oposición a los intereses británicos.

Carranza desconoce a Huerta

“Carranza, terrateniente, exsenador porfirista, luego partidario de Madero, desde su puesto de gobernador en Coahuila desconoció a Huerta como presidente, invocó en su favor la continuidad constitucional de haber sido electo en su estado y convocó al país a derrocar al gobierno usurpador. Poco después se pronunció en el mismo sentido el gobernador de Sonora, José María Maytorena.

“El llamado de Carranza se concretó en el Plan de Guadalupe, el 26 de marzo de 1913. Toma su nombre de la Hacienda de Guadalupe Coahuila, donde fue firmado por los jefes y oficiales de lo que allí en adelante denominarían el ejercito constitucionalista. El Plan desconocía al gobierno de Huerta, al parlamento, a los jueces y a los gobernadores de los estados que reconocieron al gobierno federal. Se designaba primer jefe del ejercito constitucionalista, allí formalmente constituido, a Venustiano Carranza, quien se encargaría provisionalmente del poder ejecutivo cuando se ocupara la ciudad de México, y convocaría a elecciones generales para designar al presidente de la republica.”

Asesinato de Madero


“Blanquet sugirió la translación de los prisioneros a la Penitenciaria para simular un asalto en el trayecto, encabezado a los asaltantes el repulsivo sujeto Cecilio Ocón. Envió luego a Blanquet por el Mayor de Rurales Francisco Cárdenas y con él se presento más tarde ante Ocón, Mondragón y Félix Díaz en el Ministerio de Guerra. Todos convencieron a Cárdenas de la necesidad del crimen, que Blanquet atribuía a acuerdo del Consejo de Ministros. Cárdenas pidió recibir la orden directamente de Huerta, y se le condujo ante èl, que le ofreció una copa de coñac y le habló de que se le había elegido para tan delicado asunto, por ser de los pocos hombres de confianza con que se contaba. Se convino en que cárdenas mataría a Madero y un cabo de rurales, Rafael Pimienta, a Pino Suárez. Ambos prisioneros dormían, y al saber que se les trasladaba a la Penitenciaria, se vistieron apresuradamente y se despidieron del general Ángeles, su compañero de cautiverio. Madero le dio un abrazo y Pino Suárez le dio desde el patio un “Adiós , mi general” Madero y Cárdenas subieron a uno de los autos, y Pino Suárez y Pimienta al otro. Una vez frente a la Penitenciaria y no encontrando a los asaltantes, Cárdenas bajo a inquirir lo que había pasado; se le dijo que Ocón y los suyos esperaban en el costado sur del edificio, y allí Cárdenas dijo a Madero que bajara; rápidamente le disparo un tiro en la cabeza, mientras Pimienta hería con un proyectil a Pino Suárez, que trato de huir. Cárdenas le hizo fuego con mejor puntería, y se remato a las victimas. Los cadáveres fueron envueltos en dos cobertores y se procedió a enterrarlos en uno de los patios de la Penitenciaria. Más tarde el Comandante Militar ordeno que fueran exhumados y lavados y que un doctor Villanueva, médico de confianza, procediera a hacer la autopsia. Los cadáveres de Madero Y Pino Suárez fueron embalsamados y se les dio sepultura en los Panteones Francés y Español, respectivamente. Manos piadosas arrojaron flores sobre los féretros al salir de la Penitenciaria. ”

Renuncia de Madero y Pino Suárez


“Más tarde llegó la súplica de la familia Madero de que las renuncias se apresuraran, súplica que transmitió al Presidente el Lic. Lascurain, a quien Madero entregó, al fin esperado documento. Lascurain se dirigió al Congreso a entregarlas, y cuando ya se recogía la votación para aceptar las dimisiones, sin cumplirse aún las condiciones estipuladas y cubriéndose de oprobio cuantos votaron por la afirmativa, acudió el Lic. Vázquez Tagle, enviado por Madero, a hacer que no fueran presentados hasta que los dimitentes estuvieran a bordo del barco que los deportaría”

El Pacto de la Embajada


“Mr. Henry Lane Wilson había reunido triunfalmente al h. Cuerpo Diplomático en la Embajada. Allí expresó que la prisión de Madero la sabía él, el embajador, desde hacía tres días y que debió de haber ocurrido en la madrugada. Agrego que a Madero lo internaron en un manicomio, que era, en su concepto, el lugar donde siempre debió habérsele tenido. En tanto, Huerta y Félix Díaz, con el Lic. Rodolfo Reyes, conferenciaban en un salón privado y firmaban el Pacto de la Ciudadela. Los diputados Querido Moheno, Manuel Malo Juvera y Tomas Branifff, llegaron a la Ciudadela a recibir ordenes, y allí se les indicó que entrevistaran a Huerta para legalizar la situación. Era muy sencillo: el criterio de Huerta consistía en que había obrado por patriotismo y deseaba que el Poder Legislativo estuviese de acuerdo, pero que si eso no se lograba en veinticuatro horas el Cuartel General estaba dispuesto a obrar. Se designó al Gral. Juvencio Robles para que comunicara a Madero y Pino Suárez que debían presentar sus renuncias. Madero después de discutir con Pino Suárez y el Lic. Federico González Garza, pensando que podían ir al norte a encabezar al pueblo y castigar a los traidores, conviniendo en formular las renuncias siempre que dos Ministros extranjeros certificaran las condiciones, entre otras, salir debidamente escoltados a Veracruz, para embarcar a Cuba.”

Detienen a Madero


“El general Blanquet, poco después de la una de la tarde, llamó al coronel Teodoro Riveroll, y le ordenó que con 50 soldados subiera a los salones de la presidencia, y que tomara presos al presidente y sus ministros. Riveroll pidió permiso para hacerse acompañar del mayor Pedro Izquierdo. Después no sabiendo como dirigirse a las oficinas, Enrique Cepeda, lugarteniente de Huerta se ofreció para indicárselos. Los dos oficiales y Cepeda entraron violentamente al despacho presidencial. Madero les preguntó que querían y como Riveroll le pidió que se diese por preso, el Presidente desenfundó un revolver y disparo sobre el grupo, lo mismo hicieron algunos de los presentes, cayendo muertos Riveroll e Izquierdo, y pudiendo huir en medio de la confusión Cepeda, que logró escapar por el ascensor presidencial. Mientras esto ocurría en el piso presidencial, en el Patio de Honor, Blanquet tomaba preso al general Felipe Ángeles. Momentos después Cepeda herido se acercaba a Blanquet seguido por el presidente Madero y Pino Suárez. Madero pistola en mano se acerco a Blanquet diciéndole “aquí me tiene usted. ¡asesíneme¡”. A lo que contestó Blanquet : “yo no soy asesino, pero usted es mi prisionero”, y cogiendo a Madero de un brazo le condujo a la Sala de Bandera donde quedo preso con centinela de vista, y la vigilancia de un oficial del 29º , a quien Blanquet hizo responsable por la seguridad del prisionero.”

“No era Huerta un asesino vulgar; carecía de experiencia para el crimen político. En su misma carrera militar no se encontraban manchas de sangre. La idea de matar a Madero fue circunstancial: la única que halló factible y efectiva en el teatro con la realidad; la primera que le asalto en medio del noviazgo con el mando y gobierno del país. Huerta tenía miedo a matar y al mismo tiempo quería deshacerse de Madero.”

Madero confía en la obediencia de Huerta


Madero recordaba la docilidad de Huerta, en las dos ocasiones anteriores que había sido destituido, Madero no dudo de que el 29º batallón a las ordenes de Blanquet, permanecería en su puesto y sin alterarse por el cambio del comandante de la plaza. Pocas horas transcurrieron desde la llegada del Presidente a Palacio hasta la presencia en el patio de honor del general Huerta; pues este entro a las oficinas de la comandancia cerca del mediodía acompañado de Gustavo A Madero, quien invitó a Huerta, haciendo extensiva la invitación al general Blanquet, para ir a almorzar a un céntrico restaurante, lo cual acepto el primeo, mientras que Blanquet pidió disculpas pues no podía dejar abandonada la custodia de Palacio.”

“Admitió Madero la excusa de Blanquet, y tanto el como las personas que le acompañaban, salieron por indicaciones de Huerta a tomar un automóvil. Huerta se quedo unos minutos a solas con Blanquet, para decirle que procediera a la aprehensión del presidente, debiendo esperar a que el general Ángeles se presentara en Palacio de manera que quedara también prisionero.”


“El presidente paso las horas de la mañana conferenciando con los secretarios de Estado, y en espera del general Huerta. Con el Presidente estaban el ministro de relacione, Pedro Lascurain, el de Hacienda. M. Vázquez Tagle: el de comunicaciones, Manuel Bonilla, el de Fomento, Rafael L. Hernández; el gobernador del Distrito Federal, Federico González Garza y el vicepresidente José María Pino Suárez.”

Inician los acercamientos de Huerta con los rebeldes


“Al iniciarse el séptimo día de los ataques a la Ciudadela, el general Huerta acudió a una invitación del general Blanquet a fin de que, de manea secreta, pero sin compromiso, escuchara a los comisionados del general Díaz, quien estaba interesado en una tregua, con el objeto de que se evacuara a la población civil y de los extranjeros, de una zona de la ciudad de México, que estaban dañando grande y gravemente los proyectiles de ambos bandos. Además, los comisionados de Díaz, pretendían tratar con el comandante de la plaza, sobre la posibilidad de un alto al fuego mientras la Ciudadela hacia entrega de sus heridos a la Cruz Roja. Huerta aceptó blandamente, y sin conocimiento del presidente de la república, la reunión propuesta por la gente de la Ciudadela; y ya en tal junta, comenzaron sus primeros tratos políticos con Félix Díaz”


Huerta se decide a derrocar a Madero y entra en componendas con los rebeldes

“La mañana del 15 de febrero, nació en Huerta la idea de derrocar a Madero. En ello influyó la adulación inescrupulosa del general Blanquet. El plan comenzó a desarrollarse entre ambos generales, pues al efecto, uno iba a contribuir con su mando; el otro con sus soldados. El 29º batallón se haría cargo a partir de ese día, de la custodia de Palacio Nacional. El cambio de la guardia de Palacio se llevó a cabo, sin que Madero ni sus colaboradores maliciaran los propósitos de los generales.” Pp586

“Hecho tal movimiento, la segunda parte, el entendimiento compromisorio con Félix Díaz y Mondragón pasó a constituir el capítulo principal de los acontecimientos que se preparaban. El brigadier Díaz creía tener méritos indiscutibles y prioridad incontrovertible, para que Huerta le reconociese como jefe. Huerta era dueño de la clave capaz de resolver la crisis: era el dueño de la libertad y vida del presidente de la república. A su sola voz Madero podía quedar preso. Si Félix no aceptaba la superioridad de Huerta, éste no tenía más que continuar la guerra; derrocar a la larga ala gente de la Ciudadela y disponer si así se lo proponía, del futuro de la república. Díaz creyendo que su nombre sería bastante para que en la fase final de los sucesos que se avecinaban, las tropas y el pueblo le siguiesen y abandonasen a Huerta, acepto la autoridad momentánea del comandante de la plaza; ahora que para no perder jerarquía, el general Díaz movilizó a los civiles, pero principalmente a los senadores, ministros de corte y diplomáticos, de manera que toda esta gente sembrara en Madero y en torno a Madero, un campo de pesimismo, alarma y derrota. Los senadores De la Barra, Rabasa y Enríquez se resolvieron a presentar a Madero consideraciones de tipo político, militar y diplomático, para apoyar la petición de que entregara su renuncia, hecho que sirvió para dar más alientos a los soldados de la ciudadela y a la alianza de Huerta y Blanquet“

Los senadores atacan a Madero


“Los senadores de la república, en ese momento de crisis del gobierno, se manifestaban en abierta hostilidad al ejecutivo, y más allá de ello apoyaban subrepticiamente a los sediciosos, y si no manifestaban su deseo de que Madero fuera derrocado, por lo menos si le dejaban saber al Presidente su intención de que este renunciara, señalándolo como inepto. Algunos sostenían amistad y comunicación con Félix Díaz, entre ellos Francisco León de la Barra, Emilio Rabasa y Gumersindo Henríquez”

“Para la mañana del 17 de febrero, Madero no sin disgusto se entero que el último intento del general Huerta, por acercar las fuerzas federales a la Ciudadela había fracasado, y que el mismo general Huerta, ya no estaba tan optimista, indicó a Manuel Bonilla, ministro de comunicaciones, viajar a San Luis Potosí, en búsqueda de un lugar de asiento de los poderes federales, en caso de una emergencia. Además fue informado que la noche anterior, Victoriano Huerta, había tenido una conferencia sin autorización presidencial, con el general Félix Díaz, y que los senadores insistían en la renuncia del Presidente Constitucional.”

El ejercito maderista no tiene municiones y los primeros ataques descorazonan a los sitiadores

“En la tarde del día diez de febrero, el general Ángeles estaba ya al frente de sus soldados, el general Blanquet al frente de 29º batallón se encontraba alas puertas de la ciudad y cuatro regimientos de rurales se encontraban concentrados en la Tlaxpana, entonces Huerta dio la orden de iniciar el fuego de artillería; pero Ángeles, encargado de la principal sección de cañones, encontró que solo tenía granadas y balines, totalmente inútiles para los fines perseguidos. Sin el preliminar de los cañones, no era posible el asalto general. Huerta dejo a un lado la artillería y ordenó a la mañana del día 11, que los rurales, ya a caballo, ya a pie, avanzaran a pecho descubierto, aunque protegidos por los puntos salientes de las fincas, sobre la Ciudadela. Cinco fueron las columnas de avance, con lo cuál Huerta creyó factible distraer al enemigo. Los pronunciados, sirviéndose de las ametralladoras les dejaron acercarse a sus defensas, para barrer con todos ellos hasta casi exterminarlos.”

“El acontecimiento produjo amargura, desolación y desesperanza en las filas gobiernistas, mientras que en la Ciudadela festejaron jubilosamente. Madero recibió impávido el informe de Huerta sobre el saldo del asalto, y reiterándole al general la autoridad militar que le había otorgado, admitió la necesidad de que por razones de guerra, se procediera a la horadación o destrucción de las fincas cercanas a la zona de la Ciudadela, de manera que se pudiera realizar un asalto casi a bocajarro, aunque luego surgió el problema de la falta de ingenieros militares, por lo menos el problema lo suscito el general Huerta. ” “El día 14, después de un segundo asalto a la Ciudadela, también desastroso para los defensores de la legalidad, el comandante en jefe de la plaza, en un informe al Presidente señalaba que las fuerzas bajo su mando ascendían a poco más de 3000 hombres, aunque la crisis militar, no se debía a la falta de soldados, sino a la exigüidad de material bélico, tal era la escasez de armas, que no fue posible dar de alta a los voluntarios que se presentaban en los cuarteles.”

Huerta explica la situación de la ciudadela y las dificultades de tomarla


“Huerta comunicó al Presidente sus observaciones sobre la situación de los defensores de la Ciudadela, indicando a Madero las pocas posibilidades que existían para garantizar el triunfo de las tropas del Gobierno, ya que además del corto número de soldados en el Distrito Federal, los pertrechos de guerra necesarios para pelear estaban en la Ciudadela. Huerta sin embargo, sugirió al Presidente la conveniencia de concentrar en la ciudad de México, las fuerzas federales que guarnecían los estados de Morelos, Oaxaca, Veracruz, Puebla, México e Hidalgo. A lo cual Madero objeto Puebla e Hidalgo, por encontrarse en una situación difícil de conspiraciones, ordenando solicitar la presencia de los soldados de Oaxaca, Veracruz y Toluca. El mismo Madero se dirigió a Cuernavaca, Morelos a fin de realizar consulta con el general Felipe Ángeles, que allí tenía su cuartel militar en contra del zapatismo. En Cuernavaca Madero escucho de Ángeles, de que de su regimiento solo podía disponer de una ametralladora, que los cañones no estaban en condiciones de servir y que las municiones en la plaza correspondían a la tercera parte de la dotación normal del soldado, y que de estos solo la mitad, es decir cuatrocientos podían ser desplazados a defender la ciudad de México.”

“La noche del 9 de febrero, regreso Madero en compañía de Ángeles a la ciudad de México, en Palacio Nacional Huerta trazaba el plan de ataque a la ciudadela, que debería iniciar a la llegada del 29º regimiento a las ordenes del general Aureliano Blanquet, de los rurales de Hidalgo y México y de los soldados de Ángeles. Con un acontecimiento más iba a terminar la primer jornada de la que sería la Decena Trágica de la ciudad de México: con el rechazo de Huerta a las insinuaciones de los enviados de Félix Díaz, para que se uniera a la subversión.”



“A estos primeros movimientos de Huerta, contestó la Ciudadela con numerosas andanadas de metralla. Los cañones y las ametralladoras hacían gala de la abundancia de su nutrición de pólvora y plomo. De manera que trataban de sembrar el terror entre los habitantes de la capital, para que estos a su vez llevaran la voz de alarma y tragedia a los soldados federales. Los caudillos de la Ciudadela, pusieron su puntería en los edificios públicos que podían castigar, de tal forma que el suceso constituyera una alerta para el gobierno.”

Las razones de Madero


“Fiaba Madero a Huerta la defensa de la legalidad por ser este un general audaz, valiente y organizado. Además de existir entre este y Félix Díaz una reconocida rivalidad, que serviría para estimular al general en su lucha contra su adversario. Pero principalmente, porque Huerta, destituido del mando militar en dos ocasiones por el propio Madero, había aceptado la orden presidencial con inigualable disciplina. La prueba de la lealtad de Huerta hacia el gobierno nacional no pudo ser más dura y efectiva en 1911 y 1912; y eso, pues, constituía un mérito de soldado y de hombre. Aquel comportamiento de Huerta, significaba, hasta ese mediodía de febrero de 1913, que era general de fiar y que a cualquier actitud contraria a los intereses del gobierno y de la nación podía ser destituido, sin problemas para el presidente ni para el país, del mando que se le daba con todos los caracteres de la responsabilidad y bien de la patria.”


Huerta obra de buena fe

“Hasta ese momento de la designación, no se observaba en Huerta el menor asomo de maldad. Estaba visiblemente emocionado por la prueba de confianza que le daba Madero. La maldad tocaría al hombre pocos días después, cuando en medio de los trances a los que lleva la guerra, considera que en lugar de ascenso y de la gloria ambicionada, podía ser destituido por tercera vez. Quizás la memoria, siempre rencorosa, que se ocultaba en el alma humana, salpicó con sus pronunciamientos vengativos, la mentalidad de aquel general que callada y resignadamente, había aceptado el destino que le daba el mando oficial.”

“Madero, tenía bases sobre que apoyar la designación de Huerta. No entregaba la defensa del gobierno constituido en manos de quien no solo poseía pasta de soldado calificado, sino también de ciudadano respetuoso de la jerarquía civil.”

“como Madero conocía de sobra los recursos que en material bélico tenía el general Félix Díaz dentro de la ciudadela, consideró que, para atacar el reducto de los pronunciados, no solo se requerían conocimientos militares, antes también mucha audacia. Y reconocía que Huerta era osado, muy osado.”


“Si el general Huerta cometió un pecado al aceptar la comandancia militar de la Plaza, tal pecado no fue el del dolo y premeditación engendrados en una pretraición. Consistió en no haber tenido la entereza de advertir al presidente que la Ciudadela no podía ser tomada con las armas y las fuerzas que el Gobierno contaba en esos momentos”


“En efecto, frente a dos mil soldados y rurales del Gobierno, los dos mil y tantos defensores de la Ciudadela tenían un poder de fuego equivalente a veinte mil soldados. La sola artillería de aquel recinto era suficiente para convertir en ruinas la ciudad de México. Félix Díaz, con el número de cañones y metrallas a su alcance, estaba en condiciones de destruir el Palacio Nacional y el Castillo de Chapultepec a la hora que quisiera. Además no siendo numerosos los defensores de la Ciudadela estos no tenían apremio de víveres de la metrópoli franca y abiertamente.”


Madero después de la breve escala en la fotografía Daguerre, continuo su marcha a palacio, en donde se reunió con los miembros del gabinete y los más connotados hombres del maderismo. Hasta allí llegó Huerta acompañado de sus ayudantes, Madero había puesto en conocimiento de los secretarios de Estado la designación en su favor, a lo cual nadie hizo objeción.”

Madero se entera de la sublevación y Huerta es nombrado jefe de la defensa de la plaza

“Madero alojado en el Castillo de Chapultepec, al enterarse de lo ocurrido, ordenó que se informará a todos los Secretarios de Estado de la sublevación, y se dirigió al Palacio Nacional, acompañado tan solo de los alumnos del Colegio Militar como escolta. Madero avanzó montado a caballo, sobre Paseo de la Reforma, en tanto que en el centro de la ciudad se escuchaban tiroteos, de los simpatizantes de los sublevados, quienes apostados en las alturas disparaban a discreción. El presidente llegó frente a las obras en construcción del Teatro Nacional, donde Madero decidió suspender la marcha hacia Palacio, y mientras que la tropa hacía limpia de tiradores optó por refugiarse en la fotografía Daguerre. Allí le acompañaban el ministro Manuel Bonilla, el jefe revolucionario Pedro Antonio de los Santos y el capitán de navío Hilario Rodríguez Malpica; y a poco de estar allí, se le presentó el general Victoriano Huerta ofreciendo sus servicios.

“No hay pruebas, una sola prueba, para reprochar a Huerta aquella actitud de subordinación y respeto hacia el presidente de la república. Manuel bonilla, quien observó a un metro de distancia la escena durante la cual Madero conversó con Huerta en la fotografía Daguerre, refiere como el Presidente ordenó a Huerta, con señalada autoridad, que se hiciera cargo de la comandancia de la plaza, en sustitución del general Villar, quien había sido herido en la refriega frente a Palacio Nacional. Huerta no tenía otro aspecto que el de un verdadero soldado.

Los sublevados vacilan y deciden defenderse en la ciudadela

“Los generales Félix Díaz y Manuel Mondragón, a poco más de un centenar de metros del lugar donde cayó el general Reyes, no hicieron el menor movimiento militar de auxilio ni de lucha. Se quedaron desconcertados durante varios minutos, sin saber que partido o acción tomar. Finalmente alguien recordó el plan original de marchar sobre la ciudadela y apoderarse de los pertrechos de guerra allí custodiados. Díaz y Mondragón llegaron a la conclusión de que la ciudadela era el punto débil de las defensas del gobierno y resolvieron ponerse en marcha hacia ese objetivo, se retiraron sin haber disparado un solo tiro.”

“Los defensores de palacio después de las descargas de fusilería y de metralla, en que murió Reyes y algunos de sus seguidores, tampoco intentaron hostigar a los rebeldes desde su posición, y aún menos salir de sus parapetos a perseguirlos, de tal forma que los rebeldes pudieron replegarse, deshonrosamente, pero sin contratiempos en búsqueda de un objetivo más fácil, así se reagruparon en la calle de san Ildefonso y continuó la columna, con el general Díaz al frente, cruzando la ciudad de oriente a poniente. La guardia de la Ciudadela defendió brevemente el recinto, pero ante la superioridad del enemigo, rápidamente se vieron superados y se rindieron.

“Al tomar la ciudadela, que era una finca endeble, Felix Díaz quiso retirarse a Tacubaya, debido a que el lugar no ofrecía ninguna ventaja, para la defensa, ni para recibir víveres, pero en la imposibilidad de cargar todas las armas allí almacenadas, y sabiendo que podrían ser su mayor fuerza, o utilizadas en su contra, su principal desventaja. Opto por quedarse, no sin haberlo discutido con Mondragón quien le prometio mantener a raya a las fuerzas del gobierno, gracias al despliegue de las baterías de artillería y a la gran cantidad de ametralladoras allí concentradas. Mondragón consideró que si bien el lugar era impropio para la defensa de los pronunciados, en cambio si podría favorecer un levantamiento popular. Ochenta y cinco mil rifles, cien ametralladoras, veintisiete cañones, cien mil granadas y veinte millones de cartuchos, era el arsenal allí guardado y que permitiría armar a todos aquellos interesados en integrarse al movimiento. Los pertrechos capturados, equivalían por lo menos al doble del poder de fuego que tenían las fuerzas del gobierno en todo el país.”

“Además, como era notorio el apoyo de la mayoría de los habitantes de la metrópoli para los sublevados, estos estaban confiados, en que no les faltarían víveres, ni atenciones médicas, ni estímulos del vecindario, ni noticias de los soldados del ejercito. La elección de la ciudadela para defenderse había sido fortuita pero afortunada.”

Reyes es abatido frente a palacio nacional

“Sin embargo, como se demorase el regreso de Ruiz y no teniendo noticias tampoco de Anaya, Reyes llamó a Mondragón y a Díaz, comunicándoles la decisión de ir el mismo, al frente del primer regimiento de caballería, a dialogar con Villar; y esto, a pesar de que minutos antes, había sido advertido que los defensores de Palacio estaban tendidos en línea de combate y que, por lo mismo no parecían dispuestos a unirse a los pronunciados. Reyes reiteró la orden de marcha y en el acto se encaminó hacia la Plaza de la Constitución, mientras que Díaz y Mondragón quedaban al frente del grueso de la columna. Reyes se dirigió con aire resuelto y con el afán de reivindicar su prestigio, tan deteriorado a la caída del régimen porfirista.” Pp542

“Ruiz había sido detenido al interior de palacio Nacional por Eduardo Caos, otro de los conjurados, quien había formado parte de la sublevación, sin embargo a última hora se había arrepentido enviando una nota al general Reyes donde le retiraba su palabra comprometida y señalaba su compromiso al gobierno. Poco después de haber sido detenido Ruiz se iniciaron las primeras descargas en el exterior de Palacio, primero de fusilaría; después de ametralladoras. Entre los primeros muertos se encontraba el general Bernardo Reyes, que a pesar de las suplicas de su hijo Rodolfo y sus amigos, se adelanto enhiesto en su caballo, para recibir una primer descarga de los soldados apostados en la acera del Palacio. Con el murió uno de los lideres más populares del Porfirismo, y de los días que precedieron a Madero.

El gobierno de Madero en crisis

“Al terminar 1912, el gobierno maderista estaba paralizado y en crisis. Desde su derecha, las tendencias conservadoras que representaban los intereses de los hacendados exigían una represión aun más enérgica para terminar con la revolución campesina. Y desde su izquierda, las tendencias pequeño burguesas dentro del mismo maderismo pedían medidas reformistas que hicieran algunas concesiones a la demanda de tierras por los campesinos para terminar con las causas de la insurrección (Cabrera en la cámara de diputados, en diciembre de 1912, planteó estas medidas). Madero rechazaba esta solución por considerarla utópica, pero tampoco se decidía a destruir al zapatismo por la fuerza. El golpe de estado que acabaría con su gobierno se iba volviendo una necesidad para la burguesía


El cuartelazo se inicia

“La madrugada del domingo 9 de febrero, el general Manuel Mondragón se presentó en el cuartel de Tacubaya donde estaba alojado el primer regimiento de artillería. Esperábanle los oficiales comprometidos. La tropa fue puesta sobre las armas. Los soldados no preguntaban, obedecían. En tanto Mondragón se dirigía hacia Santiago, los amigos civiles del general Reyes, reunían grupos de voluntarios en torno a la prisión de Santiago. Estos paisanos habían sido armados de pistolas y rifles de todos los calibres, gracias a la ayuda financiera de viejos porfiristas
. Ascendían a poco más de 200 los voluntarios que se movían en la oscuridad cerca de la prisión.

“Ruiz llegó a las puertas de Santiago, al frente de una fracción del cuerpo de artillería, y sin dificultad alguna, hizo que se pusiera en libertad al general Reyes, quien al aparecer en la puerta de la prisión fue saludado con los vivas de sus amigos y partidarios. El general vestía traje negro de paño, sombrero color gris, botas militares de charol, y se cubría con un capote de capitán general español, obsequio del Rey de España Alfonso XIII. Reyes dio ordenes para emprender la marcha, al tiempo de que se les unían dos compañías del regimiento de caballería que se hallaban custodiando el edificio contiguo a la prisión, un grupo de jóvenes jinetes de la Escuela de aspirantes y una columna de poco más de 1000 hombres, al frente de la cuál llegó el general Mondragón. Entre voluntarios y soldados los pronunciados sumaban más de mil ochocientos hombres. El general Reyes con la esperanza de acrecentar sus fuerzas durante la marcha hacia el centro, montó en su caballo Lucero y se dirigió al frente de sus hombres hacia la penitenciaria del distrito Federal a libertar a Félix Díaz.

Reyes al frente de su ejercito llegó sin contratiempos llegó a las puertas de la penitenciaría, y mandó que fuese puesto en libertad Félix Díaz , ante la negativa del director del establecimiento, Reyes mandó que se emplazará la artillería para bombardear los muros del inmueble, ante lo cuál el director mandó abrir la reja para que Díaz quedase libre, de allí el grupo se dirigió al Palacio Nacional, donde creían que Samuel del Villar, el Jefe de la Plaza les recibiría con los brazos abiertos, sin saber, que este se había aprestado para recibirlos con fuego de metralla.”

“Un par de horas permanecieron allí los pronunciados, hasta que informados Reyes y Díaz de que la situación en el interior del Palacio Nacional era diferente de la esperada, puesto que el general Villar había cambiado totalmente la guardia que se suponía iba unirse a los rebeldes, y por lo mismo a franquear la entrada de éstos a la residencia del ejecutivo. Los dos caudillos comisionaron al coronel Anaya para que al mando de un pelotón de caballería avanzara hasta el palacio y se cerciorara de lo ocurrido. Después conservando la misma formación avanzaron hacia Palacio, e hicieron alto en la calle de la Moneda, a la altura del ministerio de Guerra y Marina, en donde Reyes ordenó esperar noticias de la situación en le Palacio; Reyes le ordenó al general Ruiz que avanzará con un pelotón de caballería y algunos aspirantes hacia la puerta central de Palacio, tratando de comunicarse con el general Villar, para hacer un esfuerzo y convencerle de que se uniera a la cuartelada. Reyes insistía en que Villar, su antiguo subordinado y amigo, no sería capaz de hacer fuego contra los rebeldes, eso mismo pensaban Mondragón y Díaz .
Huerta vence a Orozco

“Un mes dejo transcurrir Huerta antes de emprender nuevos avances. Con ello Orozco pudo rehacer sus cuadros de combate; lograr una nueva entrada de armas al país y construir atrincheramientos en Bachimba. De esta suerte, Orozco fue capaz de reunir, de nueva cuenta, trece mil hombres, tendiendo una línea de fuego de poco más de 4 kilómetros. Huerta entre tanto también recibió refuerzos, fuerzas irregulares maderistas que avanzaron desde Coahuila y Sonora, sin embargo el principal frente seguía siendo el de Huerta. El día primero de julio avanzó sobre Bachimba, y el día tres de julio tuvo lugar la acción militar en donde después de varios ataques sin grandes daños, de la caballería de Orozco sobre la derecha y la izquierda de los gobiernistas, Huerta desalojo las trincheras de los orozquistas y los hizo retroceder en desorden, después mando al general Rábago que los persiguiera, al mando de 1500 hombres de caballería.” Pp.456-457

Retirada de Orozco

“La rebelión orozquista pudo darse por terminada. Orozco y sus lugartenientes huyeron hacia el norte; la ciudad de Chihuahua fue evacuada y ocupada por fuerzas de Huerta; la plaza de Ciudad Juárez se rindió. El gobierno de Madero consolidó su posición política. En su retirada la norte Orozco quemo puentes y estaciones; destruyó líneas telegráficas y telefónicas; impuso préstamos a los particulares, después intento invadir el estado de Sonora, pero le salieron al paso las fuerzas auxiliares. Estas no solo detuvieron los ímpetus finales de Orozco, sino que se presentaron como una amenaza al futuro del ejercito federal; y así lo advirtió el general Huerta quien desconoció a las autoridades civiles en Chihuahua y mandó el establecimiento de prefecturas militares. Tanta fue la autoridad que Huerta pretendió para si mismo, que el presidente de la republica sin circunloquio alguno, le quito el mando de la División del Norte, marcó un alto a los ímpetus de los jóvenes militares de la columna de Huerta, restableció el gobierno civil en Chihuahua, dictó disposiciones llevadas a al fin de crear un ambiente de paz, ofreció la amnistía a los restos sublevados e hizo regresar a Abraham González a Chihuahua en su categoría de gobernador.”

Huerta avanza hacia el norte y ataca a Orozco

“Al avanzar hacia el norte, los soldados del gobierno fueron hostilizados por las guerrillas de Orozco, que incitaban a las fuerzas federales a la persecución; más Huerta se desentendió de los propósitos del enemigo y ordenó que el avance continuara; y el 12 de mayo de 1912 ocurrió el primer encuentro frontal con los orozquistas, en Conejos. La acción se desenvolvió con rapidez, la resistencia de los orozquistas fue débil y retrocedieron, en tanto que Huerta tomo la posición saliendo del desierto, y pudo hacer uso de la artillería. Huerta se significó por la oportunidad de sus ordenes, así como por su incansable actividad. La división del norte estaba compuesta por cinco mil hombres debidamente armados y pertrechados. Orozco pocos días antes del combate de Conejos hizo público el número de sus soldados que ascendía a trece mil, la mayoría montados, aún cuando pobremente armados. Estas fuerzas las situó el jefe rebelde a lo largo de la vía férrea, a manera de poderlas movilizar hacía cualquier punto amenazado por el ejercito federal. Después de la derrota de Conejos, Orozco buscó un lugar más propicio para enfrentar el siguiente combate, eligiendo las llanuras del Rellano, que estaban bien protegidas por un lomerío, en cuyas alturas ubico a sus tropas dejando a los gobiernistas en una posición donde a sus espaldas un suelo inhóspito, falto de alimentos, abrigo, comida y agua. Orozco pensó que Huerta no se atrevería a atacarlo ahí.”pp454
Huerta ordenó avanzar a Rábago y Trucy Aubert sobre el Rellano. El día 22 de mayo por la mañana los orozquistas avistaron al ejercito del gobierno, ellos se encontraban protegidos en las alturas, protegiendo la vía férrea y la estación del ferrocarril, y con el grueso de sus tropas acampados en el arroyo y rancho el Sauz. Orozco había olvidado, en sus dispositivos de defensa, el valor de la artillería de Huerta, de manera que dejo un parte de su fuerza expuesta a la metralla de los atacantes. Así Huerta pudo fijar sus baterías y cañonear sin peligro alguno, la posiciones de Orozco; especialmente la columna central ubicada en el Sauz. Mientras la artillería de Huerta hacía blanco en la líneas orozquistas, el jefe rebelde envió una columna con mil quinientos caballos con el propósito de flanquear a la columna de Huerta. Este a su vez, sin temor a los caballos del enemigo, ordenó un avance general. Tan espectacular fue el movimiento de Huerta, que el general Orozco retrocedió. Huerta en lugar de salir a perseguirlos, ordenó a sus tropas permanecer en el Rellano.

El general Huerta

“Huerta, individuo de conocimientos facultativos, poseía un notorio y bien hecho trato militar. A lo uno y a lo otro, unía su audacia inescrupulosa y su deseo ardiente de conseguir poder y fama. El general Díaz, quien poseía un catalogo preciso sobre los hombres y funcionarios públicos, pero principalmente de los generales, había tenido siempre de imaginaria al general Huerta, por lo cuál dentro de este bullía la idea de vengarse de su condición de postergado; ahora que tal estado de animo, lo llevaba con cierto aire de resignación. Además en torno del general Huerta existían muchas rivalidades y temores. Los compañeros de armas sabían de cierto, cuales eran sus ambiciones y preocupaciones. Esto no obstante le reconocían como el jefe militar de más aptitudes en el ramo; pues a su carácter emprendedor asociaba despejado talento, así como la teoría y práctica de las artes militares. La hoja de servicios de Huerta, si no le anotaba victorias en los campos de batalla, si le señalaba como instructor competente, como soldado de disciplinas y como jefe de imaginación, iniciativa y osadía.”pp448

“Nombrado, pues, jefe de la División del Norte y recibidas las órdenes y recursos para salir a combatir las huestes de Orozco, Huerta mandó la organización de dos brigadas. Una a las ordenes del general Fernando Trucy Aubert y la segunda bajo la jefatura del general Antonio Rábago. Estableció su cuartel militar en Torreón, Coahuila y al darse cuenta de lo mermado que se encontraba el ejercito por las deserciones de más de seis mil soldados, dispuso que se levantara una leva en Zacatecas, Durango y Guanajuato. Huerta se tomó su tiempo para analizar el contrincante, las condiciones de la lucha, y una vez que tuvo todos los hombres, armas, municiones y suministros necesarios, consigo, ordenó el avance de una columna hacia Conejos a lo largo de la vía férrea del Central.”

Victoriano Huerta regresa al ejercito porfirista

La rebelión de Madero, le dio oportunidad de volver a Huerta al ejército. Díaz necesitaba buenos militares y la solicitud que presento el general Huerta para reincorporarse al servicio activo, fue rápidamente aprobada, enviándolo con gran rapidez a territorio guerrerense.

“Tan lejos de la realidad había llevado don Porfirio a los generales de aquel ejercito que mucho lucía en desfiles y cañones, que al ser informado de la caída de Ciudad Juárez, todavía con la idea prosopopéyica de lo invicto, llamó al general Victoriano Huerta, para que este, considerado como uno de los comandantes más entendidos en el arte de la guerra, diera su opinión sobre los sucesos fronterizos que empezaban a producir explicables tempestades en el pulso de Díaz... Huerta, quien veía en sus propias cualidades de gran iniciativa, mando agresivo y sólida organización , las cualidades que no tenía un ejercito como el federal, formado con soldados provenientes de los medios del inadaptado o atrasado social, dijo a don Porfirio que él, Huerta, con quinientos hombres “fácilmente contendría a los inexpertos jefes revolucionarios del sur”, y que con dos mil jinetes agregados a la fuerzas gobiernistas en el estado de Chihuahua, habría la fuerza suficiente para obligar a los maderistas a emprender la fuga hacia los Estados Unidos o bien para aniquilarlos en territorio mexicano.”

“El presidente, vendado del cráneo a la mandíbula...y visiblemente abatido por crueles dolores, que aumentaban su sordera, en seguida de escuchar a Huerta, ordenó que se dieran a este los recursos para la campaña contra los revolucionarios. Sin embargo cuando Huerta preparaba la marcha, recibió contraordenes. El general Díaz se daba por vencido.”

“El prolongado gobierno del general Porfirio Díaz se derrumbo aparentemente a causa del movimiento armado iniciado en noviembre de 1910; sin embargo, desde el punto de vista militar debe calificarse como nulo, pues el único combate más o menos formal que se registro fue el asalto y toma de Ciudad Juárez, en abril de 1911, que fuera comandado por Villa y Orozco de común acuerdo, y violando las órdenes expresas de Madero que se negaba a presentar combate y confiaba en las tratativas secretas con el gobierno”.

Matrimonio de Huerta y Carrera Militar

A finales de 1880, siendo ya capitán primero del Ejercito Mexicano, Victoriano Huerta contrajo matrimonio con Emilia Águila. Su esposa veracruzana, educada formalmente y que provenía de una familia criolla. Victoriano Huerta llevó una vida matrimonial honesta y fue buen padre con sus hijos. Doña Emilia, durante toda la carrera de Huerta, permaneció como una continua fuente de fortaleza para su esposo. Huerta adquirió, poco después de su matrimonio con Doña Emilia Águila, una pequeña casa, con cuatro cuartos, en la colonia San Rafael de la ciudad de México.

Como militar Huerta sirvió en diferentes batallones, y ascendió por escalafón hasta coronel, en 1893 recibiendo el mando del Batallón Tercero de Infantería fue enviado a hacer la campaña de Yucatán contra los mayas distinguiéndose de forma notable en ella. La organización y la disciplina que impuso en aquella unidad militar fue tan notoria y evidente que fue considerado como uno de los dos coroneles mejores de la institución. El otro coronel destacado fue don Lauro del Villar, comandante del batallón XXIV”

Posteriormente en ese mismo año y como Comandante del 3er. Batallón de Zapadores, con sede en el puerto de Acapulco, Guerrero, es enviado a sofocar la rebelión del Gral. Canuto Reyna, contra el gobernador porfirista del estado. Desempeñando esta comisión se le da el nombramiento de Comandante Militar en Guerrero.

Obedeciendo disciplinadamente las órdenes superiores, es designado para desempeñar el puesto de jefe del Departamento Topográfico y Astronómico, y en 1900 es enviado por breve plazo a Sonora como comandante de un Batallón de Infantería, donde establece relación con el general Bernardo Reyes, que tanta influencia tendría en su trayectoria militar. De ahí nuevamente se le ordena regresar al turbulento estado de Guerrero como comandante militar.

A su regreso de esta campaña es ascendido al grado de General de Brigada y pasa a prestar sus servicios directamente a las órdenes del Gral. Bernardo Reyes, quien fue nombrado por el General Porfirio Díaz como Ministro de Guerra, y Reyes comisionó a Huerta para que se incorporase en la división con que el general Ignacio A Bravo había iniciado la campaña pacificadora de Yucatán

Conseguida la pacificación Huerta fue llamado a México en 1902 y se daba por hecho que iba a ser subsecretario de Guerra. Este remate triunfal de su carrera se frustró porque en aquel mismo año tomó aspectos muy ásperos y violentos la rivalidad política de don José Ives Limantour y don Bernardo Reyes. A fin de que no se perdiera la unidad del gabinete porfirista, Don Bernardo renunció a la cartera de guerra y volvió a Nuevo León para tomar nuevamente las riendas del estado. La victima principal de aquella crisis fue el repetido general Huerta que, por su adhesión a Reyes comenzó a ser hostilizado por los partidarios del secretario de Hacienda, el general Huerta ante estos hechos pasó a la ciudad de Monterrey como contratista de obras y después como encargado de Obras Públicas del Estado, esto durante el periodo de 1905 a 1909. Separándose del servicio activo por medio de una licencia especial.

Una de las personalidades que mayormente influirían en el destino y vida del general Victoriano Huerta, es la figura del general Bernardo Reyes quien gozaba de enorme popularidad en todo el país, y según el decir de mucha gente era el llamado a suceder al general Porfirio Díaz, por sus grandes dotes de militar y de gobernante. En torno de el se habían generado una multitud de clubes y grupos reyistas, a todo lo largo y ancho del país y lo proponían en la fórmula Díaz para la presidencia y Reyes para la vicepresidencia. Al final viendo la renuente posición de Porfirio Díaz ante su candidatura, se vio obligado a renunciar a ella, desilusionando por completo a sus seguidores, muchos de los cuales pasaron a engrosar las filas del maderismo.

Adolescencia y sueños del joven Victoriano. Su ingreso al Colegio Militar

En su adolescencia, Victoriano Huerta frecuentaba el Rastro Municipal, ubicado en ese entonces en la esquina sureste de las calles Zaragoza Y Paseo, y en donde, para ganarse unos cuantos centavos, se dedicaba como mandadero y a lavar menudencias. Fue allí donde conoció y comenzó a relacionarse con los soldados que visitaban ese lugar y donde comenzó a sentir inclinación por la carrera de las armas, en alguna ocasión leyó por casualidad un aviso oficial publicado en el Monitor Republicano, que enumeraba los requisitos de admisión al Colegio Militar de Chapultepec. Confió a su padre que le gustaría ir a la ciudad de México y seguir la carrera militar, deseo que a los dos les debió haber parecido una fantasía.

En mayo de 1869, el convoy del General Donato Guerra entró al centro del Pueblo; el oficial al mando, le pregunto a la muchedumbre, si había alguien que supiera leer y escribir. El joven Victoriano se ofreció como voluntario, paso un prueba informal y tras breve charla del General con su padre, lo empleo en calidad de secretario personal y asistente.

El General, también originario de Jalisco, estaba impresionado por la inteligencia de su nuevo asistente, decidió hacer uso de sus influencias en la capital para lograr que Victoriano fuera admitido.

El 4 de enero de 1872, hacía Huerta realidad su sueño de ingresar al Heroico Colegio Militar, en donde tuvo como compañeros de clase a los alumnos José Refugio Velasco, Joaquín Beltrán, Francisco Romero y Ángel García Peña. En una ocasión en que recién ingresado al plantel Victoriano, el Presidente de la Republica don Benito Juárez visitó las instalaciones y de entre las filas de cadetes formadas en el amplio patio del Castillo de Chapultepec, le llamó la atención un congénere de su raza, bronceado, serio, de frente alta y mirada profunda y atrevida. –¿Es distinguido ese alumno?- preguntó discretamente al director del plantel general Sostenes Rocha. Y como hubieran sido calurosos y excelentes los informes, el presidente indio llamó al cadete Victoriano Huerta. (se trataba de él) y le dijo –De los indios que se educan como usted, la patria espera mucho. Y las dos manos de bronce se estrecharon. Este hecho marcó para siempre la vida del joven Victoriano Huerta. Unos pocos meses más tarde el benemérito de las Américas moriría placidamente en su lecho.

En el Colegio Militar Victoriano Huerta Márquez, se distinguió por ser un brillante alumno y buen compañero, Egresó del plantel como teniente ingeniero. Se gradúo con honores máximos, destacando en las materias de matemáticas y astronomía, es considerado por algunos críticos como uno de los tres alumnos más brillantes que por las aulas de la institución pasaron desde su fundación hasta 1910. La trilogía se complementa con Miguel Miramón y el invicto Gral. Sóstenes Rocha.

Matrimonio de los padres de Huerta y su nacimiento.

El día 23 de enero de 1850, en la Iglesia Parroquial de Colotlán, el presbítero don Basilio Terán, con licencia del Párroco Andrés López de Nava caso y velo in facie eclessie, a Jesús Huerta Córdova, originario y vecino de este lugar, de estado soltero, de veintidós años de edad, hijo legítimo de Rafael Huerta, ya difunto y de Trinidad Córdova, viva, y a Refugio Márquez, originaria y vecina del Plateado, jurisdicción de Tabasco, y avecindada en esta Ciudad, doncella de veintiún años de edad, hija legítima de José María Márquez y de Soledad Villalobos, ambos vivos. Fueron padrinos: Justo Córdova y Margarita Córdova, y testigos al matrimonio Juan Pedro Ordoñez y José María Escovedo. Y para constancia lo firmo Pbro. Andrés López de Nava y Pbro. Basilio Terán.

Para el día 23 de diciembre de ese mismo año, se presentan ante los párrocos Andrés López Nava y don Basilio Terán, el joven matrimonio de Don Jesús Huerta Córdova y doña Refugio Márquez con el primer fruto de su unión: el presbítero don Basilio Terán con licencia del párroco bautizó solemnemente a José Victoriano de un día de nacido en lunes a las ocho de la mañana en este lugar; hijo legítimo de Jesús Huerta Córdova y de Refugio Márquez:. Fueron padrinos: Agapito Márquez y Ramona Márquez a quienes advirtió su obligación y parentesco espiritual. Firman Pbro. Andrés López de Nava y Pbro. Basilio Terán.

Los primeros años de vida

Los primeros años de vida del infante victoriano Huerta se verán marcados por trascendentales acontecimientos para la vida de su familia y comunidad, aún no cuenta un año de vida cuando ocurre una tremenda escasez de maíz, que provoca una angustiosa hambruna entre todos los moradores del municipio y la región. El Río Colotlán se desborda arrastrando el dique de contención de la Presa de víboras y llevándose consigo muchas casas y huertas de la ciudad. El siguiente año de 1851, se iniciara el reparto de las tierras comunales de los pueblos indígenas, decretada por la Legislatura Local, y encabezada por don Diego Cortes, presidente de la Comisión Agraria.

En 1855, cuando se publica con gran revuelo la famosa Ley Juárez, el celebre y legendario Manuel Lozada, “El Tigre de Alica”, ronda en Colotlán, su causa: la denuncia de la explotación de los indios coras, huicholes y tepehuanes. Exige la libertad para la agricultura, la instrucción pública, el comercio y el respeto de la religión católica. Lozada, con más de ocho mil indios, que sublevados en contra de la repartición de las tierras comunales, apoyan su lucha, derrotara fácilmente a las fuerzas del jefe de la Guardia Nacional, Bernardino Valerio y a partir de ese momento y hasta su muerte, la presencia de Lozada y sus lugartenientes en Colotlán será motivo constante de zozobra para los habitantes del poblado.

En 1858, los colotlenses se encuentran de placemes por la inauguración de la Plaza de Toros la Concordia y al año siguiente, con la promulgación de las Leyes de Reforma, la sociedad colotlense se verá sacudida, por la separación de la Iglesia y el Estado, el matrimonio es desde ahora un contrato civil, así como otros muchos actos realizados anteriormente exclusivamente por la iglesia.

El primero de agosto de 1861, Carlos Rivas, el lugarteniente del “Tigre de Alica” llega a Colotlán después de haber derrocado a las fuerzas del Salitre. La población se refugia, presa de pánico, en los cerros cercanos. Bajo una lluvia pertinaz la gente de Rivas saquea los víveres de los comercios, roban las casas y destruyen los arribos municipales. Ante las nefastas intenciones de incendiar todo Colotlán, el valeroso Cura Don Basilio Terán, se enfrenta a ellos y les pide desistir de tan inhumano y fatídico propósito, a lo cuál acceden y se retiran del poblado, no sin arriar todo el ganado que les fue posible encontrar.

En 1862, el tenaz Padre don Basilio Terán verá realizado su sueño de ver concluido del Templo de san Luis Obispo, y en una solemne misa realizara su inauguración con multitudinaria concurrencia del municipio y la región.

El pequeño Victoriano pasó sus primeros años jugando descalzo con otros niños huicholes y coras, en las calles lodosas y a lo largo del banco del río. Aún de muy pequeño, se parecía mucho más a su madre indígena que a su padre mestizo. Con toda seguridad, el huachichil fue su primera lengua, o por lo menos, lo aprendió junto con el español.

Al llegar el niño a la edad escolar, su padre, a diferencia de los vecinos, se propuso que Victoriano asistiera a clases, en vez de trabajar en el campo, a su lado. En compensación el muchacho obtuvo buenas calificaciones en la pobre escuela rural a la que asistía y que tenía como director al cura que lo había bautizado. Los fines de semana, lustrando zapato en la plaza del pueblo, llevaba a su casa unos cuantos centavos; sin embargo, como se usaban más los huaraches le fue poco productivo su negocio.

Colotlán en la época del nacimiento de Victoriano Huerta

En el año de 1849 llega al curato de Colotlán, el emprendedor Padre don Basilio Terán quien viene a auxiliar al Sr. Cura don Andrés Nava en sus funciones eclesiásticas. Desde su llegada el nuevo vicario se dedica de lleno a auxiliar a sus feligreses y a realizar mejoras materiales en la población, para esto tomó con particular entusiasmo la conclusión de templo dedicado a San Luis Obispo, cuya construcción se iniciará en el año de 1774 y que por su diseño y magnificencia fuera proyectado para ser la joya más brillante de la región. Es en ese mismo año de 1849 en que el gobierno federal decreta la desaparición de las cofradías, organizaciones sociales y religiosas que habían llegado con las ordenes franciscanas, desde la fundación de Colotlán en 1591, y que tanto habían beneficiado a la población de Colotlán.

El Colotlán que encuentra el Párroco Basilio Terán a su llegada en 1849, es una ciudad que es cabecera distrital con 600 o 700 casas modestas, construidas en su mayoría con grueso adobón; y de calles de tierra limpias, y muy bien trazadas. La población que aquí habita es superior a los 2,500 habitantes, cuyas principales actividades son la agricultura de temporal y la arriería y los tejidos ordinarios de lana y del algodón, en el tiempo de secas.


Colotlán es desde ese tiempo cabecera de curato y cuenta con un juzgado de letras y dos de paz. Además hay una escuela municipal de primer orden y una administración de rentas y de correos.

Los ingresos de su fondo municipal andan por el orden de los dos mil pesos. Las principales comunidades rurales de la época son: la hacienda del Hipasote y los ranchos: San Diego, Sauz Tostado, Agua Gorda, Cartagena, Tulimic, Zapote, Chayotillo, Tepulichi, San José, Aguajes, Boquilla, Coculiten, Saucillo de los Pérez, Juanacatillo, Carrizal, Saucillo de los Leaños, Potrero, Pitaya, Pisiete, Lajas, San Antonio Buena vista, San Antonio, Jaltomata, Rancho Nuevo, Rancho Viejo, Refugio, San Pedro y Vallecito.

“La situación económica de la región en general es débil debido a que las minas de Plata de Bolaños que en épocas pasadas han beneficiado a todas las comunidades de su alrededor están en crisis. El subido precio que mantienen el azogue por su escasez, y los cortos rendimientos que tienen en lo general los yacimientos de plata han originado la decadencia de la minería y el abandono de muchas minas. Aún las célebres de Bolaños, en cuyo desagüe y beneficio ha empleado una compañía inglesa, están por abandonarse. Ninguna mina de consideración se halla en el día en labor, y la plata que producen es el resultado de multitud de vetas que se trabajan en distintas partes.