En su adolescencia, Victoriano Huerta frecuentaba el Rastro Municipal, ubicado en ese entonces en la esquina sureste de las calles Zaragoza Y Paseo, y en donde, para ganarse unos cuantos centavos, se dedicaba como mandadero y a lavar menudencias. Fue allí donde conoció y comenzó a relacionarse con los soldados que visitaban ese lugar y donde comenzó a sentir inclinación por la carrera de las armas, en alguna ocasión leyó por casualidad un aviso oficial publicado en el Monitor Republicano, que enumeraba los requisitos de admisión al Colegio Militar de Chapultepec. Confió a su padre que le gustaría ir a la ciudad de México y seguir la carrera militar, deseo que a los dos les debió haber parecido una fantasía.
En mayo de 1869, el convoy del General Donato Guerra entró al centro del Pueblo; el oficial al mando, le pregunto a la muchedumbre, si había alguien que supiera leer y escribir. El joven Victoriano se ofreció como voluntario, paso un prueba informal y tras breve charla del General con su padre, lo empleo en calidad de secretario personal y asistente.
El General, también originario de Jalisco, estaba impresionado por la inteligencia de su nuevo asistente, decidió hacer uso de sus influencias en la capital para lograr que Victoriano fuera admitido.
El 4 de enero de 1872, hacía Huerta realidad su sueño de ingresar al Heroico Colegio Militar, en donde tuvo como compañeros de clase a los alumnos José Refugio Velasco, Joaquín Beltrán, Francisco Romero y Ángel García Peña. En una ocasión en que recién ingresado al plantel Victoriano, el Presidente de la Republica don Benito Juárez visitó las instalaciones y de entre las filas de cadetes formadas en el amplio patio del Castillo de Chapultepec, le llamó la atención un congénere de su raza, bronceado, serio, de frente alta y mirada profunda y atrevida. –¿Es distinguido ese alumno?- preguntó discretamente al director del plantel general Sostenes Rocha. Y como hubieran sido calurosos y excelentes los informes, el presidente indio llamó al cadete Victoriano Huerta. (se trataba de él) y le dijo –De los indios que se educan como usted, la patria espera mucho. Y las dos manos de bronce se estrecharon. Este hecho marcó para siempre la vida del joven Victoriano Huerta. Unos pocos meses más tarde el benemérito de las Américas moriría placidamente en su lecho.
En el Colegio Militar Victoriano Huerta Márquez, se distinguió por ser un brillante alumno y buen compañero, Egresó del plantel como teniente ingeniero. Se gradúo con honores máximos, destacando en las materias de matemáticas y astronomía, es considerado por algunos críticos como uno de los tres alumnos más brillantes que por las aulas de la institución pasaron desde su fundación hasta 1910. La trilogía se complementa con Miguel Miramón y el invicto Gral. Sóstenes Rocha.
En mayo de 1869, el convoy del General Donato Guerra entró al centro del Pueblo; el oficial al mando, le pregunto a la muchedumbre, si había alguien que supiera leer y escribir. El joven Victoriano se ofreció como voluntario, paso un prueba informal y tras breve charla del General con su padre, lo empleo en calidad de secretario personal y asistente.
El General, también originario de Jalisco, estaba impresionado por la inteligencia de su nuevo asistente, decidió hacer uso de sus influencias en la capital para lograr que Victoriano fuera admitido.
El 4 de enero de 1872, hacía Huerta realidad su sueño de ingresar al Heroico Colegio Militar, en donde tuvo como compañeros de clase a los alumnos José Refugio Velasco, Joaquín Beltrán, Francisco Romero y Ángel García Peña. En una ocasión en que recién ingresado al plantel Victoriano, el Presidente de la Republica don Benito Juárez visitó las instalaciones y de entre las filas de cadetes formadas en el amplio patio del Castillo de Chapultepec, le llamó la atención un congénere de su raza, bronceado, serio, de frente alta y mirada profunda y atrevida. –¿Es distinguido ese alumno?- preguntó discretamente al director del plantel general Sostenes Rocha. Y como hubieran sido calurosos y excelentes los informes, el presidente indio llamó al cadete Victoriano Huerta. (se trataba de él) y le dijo –De los indios que se educan como usted, la patria espera mucho. Y las dos manos de bronce se estrecharon. Este hecho marcó para siempre la vida del joven Victoriano Huerta. Unos pocos meses más tarde el benemérito de las Américas moriría placidamente en su lecho.
En el Colegio Militar Victoriano Huerta Márquez, se distinguió por ser un brillante alumno y buen compañero, Egresó del plantel como teniente ingeniero. Se gradúo con honores máximos, destacando en las materias de matemáticas y astronomía, es considerado por algunos críticos como uno de los tres alumnos más brillantes que por las aulas de la institución pasaron desde su fundación hasta 1910. La trilogía se complementa con Miguel Miramón y el invicto Gral. Sóstenes Rocha.
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