Sunday, December 2, 2007

El ejercito maderista no tiene municiones y los primeros ataques descorazonan a los sitiadores

“En la tarde del día diez de febrero, el general Ángeles estaba ya al frente de sus soldados, el general Blanquet al frente de 29º batallón se encontraba alas puertas de la ciudad y cuatro regimientos de rurales se encontraban concentrados en la Tlaxpana, entonces Huerta dio la orden de iniciar el fuego de artillería; pero Ángeles, encargado de la principal sección de cañones, encontró que solo tenía granadas y balines, totalmente inútiles para los fines perseguidos. Sin el preliminar de los cañones, no era posible el asalto general. Huerta dejo a un lado la artillería y ordenó a la mañana del día 11, que los rurales, ya a caballo, ya a pie, avanzaran a pecho descubierto, aunque protegidos por los puntos salientes de las fincas, sobre la Ciudadela. Cinco fueron las columnas de avance, con lo cuál Huerta creyó factible distraer al enemigo. Los pronunciados, sirviéndose de las ametralladoras les dejaron acercarse a sus defensas, para barrer con todos ellos hasta casi exterminarlos.”

“El acontecimiento produjo amargura, desolación y desesperanza en las filas gobiernistas, mientras que en la Ciudadela festejaron jubilosamente. Madero recibió impávido el informe de Huerta sobre el saldo del asalto, y reiterándole al general la autoridad militar que le había otorgado, admitió la necesidad de que por razones de guerra, se procediera a la horadación o destrucción de las fincas cercanas a la zona de la Ciudadela, de manera que se pudiera realizar un asalto casi a bocajarro, aunque luego surgió el problema de la falta de ingenieros militares, por lo menos el problema lo suscito el general Huerta. ” “El día 14, después de un segundo asalto a la Ciudadela, también desastroso para los defensores de la legalidad, el comandante en jefe de la plaza, en un informe al Presidente señalaba que las fuerzas bajo su mando ascendían a poco más de 3000 hombres, aunque la crisis militar, no se debía a la falta de soldados, sino a la exigüidad de material bélico, tal era la escasez de armas, que no fue posible dar de alta a los voluntarios que se presentaban en los cuarteles.”

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