Sunday, December 2, 2007

Huerta explica la situación de la ciudadela y las dificultades de tomarla


“Huerta comunicó al Presidente sus observaciones sobre la situación de los defensores de la Ciudadela, indicando a Madero las pocas posibilidades que existían para garantizar el triunfo de las tropas del Gobierno, ya que además del corto número de soldados en el Distrito Federal, los pertrechos de guerra necesarios para pelear estaban en la Ciudadela. Huerta sin embargo, sugirió al Presidente la conveniencia de concentrar en la ciudad de México, las fuerzas federales que guarnecían los estados de Morelos, Oaxaca, Veracruz, Puebla, México e Hidalgo. A lo cual Madero objeto Puebla e Hidalgo, por encontrarse en una situación difícil de conspiraciones, ordenando solicitar la presencia de los soldados de Oaxaca, Veracruz y Toluca. El mismo Madero se dirigió a Cuernavaca, Morelos a fin de realizar consulta con el general Felipe Ángeles, que allí tenía su cuartel militar en contra del zapatismo. En Cuernavaca Madero escucho de Ángeles, de que de su regimiento solo podía disponer de una ametralladora, que los cañones no estaban en condiciones de servir y que las municiones en la plaza correspondían a la tercera parte de la dotación normal del soldado, y que de estos solo la mitad, es decir cuatrocientos podían ser desplazados a defender la ciudad de México.”

“La noche del 9 de febrero, regreso Madero en compañía de Ángeles a la ciudad de México, en Palacio Nacional Huerta trazaba el plan de ataque a la ciudadela, que debería iniciar a la llegada del 29º regimiento a las ordenes del general Aureliano Blanquet, de los rurales de Hidalgo y México y de los soldados de Ángeles. Con un acontecimiento más iba a terminar la primer jornada de la que sería la Decena Trágica de la ciudad de México: con el rechazo de Huerta a las insinuaciones de los enviados de Félix Díaz, para que se uniera a la subversión.”



“A estos primeros movimientos de Huerta, contestó la Ciudadela con numerosas andanadas de metralla. Los cañones y las ametralladoras hacían gala de la abundancia de su nutrición de pólvora y plomo. De manera que trataban de sembrar el terror entre los habitantes de la capital, para que estos a su vez llevaran la voz de alarma y tragedia a los soldados federales. Los caudillos de la Ciudadela, pusieron su puntería en los edificios públicos que podían castigar, de tal forma que el suceso constituyera una alerta para el gobierno.”

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