Sunday, December 2, 2007

El gobierno de Madero en crisis

“Al terminar 1912, el gobierno maderista estaba paralizado y en crisis. Desde su derecha, las tendencias conservadoras que representaban los intereses de los hacendados exigían una represión aun más enérgica para terminar con la revolución campesina. Y desde su izquierda, las tendencias pequeño burguesas dentro del mismo maderismo pedían medidas reformistas que hicieran algunas concesiones a la demanda de tierras por los campesinos para terminar con las causas de la insurrección (Cabrera en la cámara de diputados, en diciembre de 1912, planteó estas medidas). Madero rechazaba esta solución por considerarla utópica, pero tampoco se decidía a destruir al zapatismo por la fuerza. El golpe de estado que acabaría con su gobierno se iba volviendo una necesidad para la burguesía


El cuartelazo se inicia

“La madrugada del domingo 9 de febrero, el general Manuel Mondragón se presentó en el cuartel de Tacubaya donde estaba alojado el primer regimiento de artillería. Esperábanle los oficiales comprometidos. La tropa fue puesta sobre las armas. Los soldados no preguntaban, obedecían. En tanto Mondragón se dirigía hacia Santiago, los amigos civiles del general Reyes, reunían grupos de voluntarios en torno a la prisión de Santiago. Estos paisanos habían sido armados de pistolas y rifles de todos los calibres, gracias a la ayuda financiera de viejos porfiristas
. Ascendían a poco más de 200 los voluntarios que se movían en la oscuridad cerca de la prisión.

“Ruiz llegó a las puertas de Santiago, al frente de una fracción del cuerpo de artillería, y sin dificultad alguna, hizo que se pusiera en libertad al general Reyes, quien al aparecer en la puerta de la prisión fue saludado con los vivas de sus amigos y partidarios. El general vestía traje negro de paño, sombrero color gris, botas militares de charol, y se cubría con un capote de capitán general español, obsequio del Rey de España Alfonso XIII. Reyes dio ordenes para emprender la marcha, al tiempo de que se les unían dos compañías del regimiento de caballería que se hallaban custodiando el edificio contiguo a la prisión, un grupo de jóvenes jinetes de la Escuela de aspirantes y una columna de poco más de 1000 hombres, al frente de la cuál llegó el general Mondragón. Entre voluntarios y soldados los pronunciados sumaban más de mil ochocientos hombres. El general Reyes con la esperanza de acrecentar sus fuerzas durante la marcha hacia el centro, montó en su caballo Lucero y se dirigió al frente de sus hombres hacia la penitenciaria del distrito Federal a libertar a Félix Díaz.

Reyes al frente de su ejercito llegó sin contratiempos llegó a las puertas de la penitenciaría, y mandó que fuese puesto en libertad Félix Díaz , ante la negativa del director del establecimiento, Reyes mandó que se emplazará la artillería para bombardear los muros del inmueble, ante lo cuál el director mandó abrir la reja para que Díaz quedase libre, de allí el grupo se dirigió al Palacio Nacional, donde creían que Samuel del Villar, el Jefe de la Plaza les recibiría con los brazos abiertos, sin saber, que este se había aprestado para recibirlos con fuego de metralla.”

“Un par de horas permanecieron allí los pronunciados, hasta que informados Reyes y Díaz de que la situación en el interior del Palacio Nacional era diferente de la esperada, puesto que el general Villar había cambiado totalmente la guardia que se suponía iba unirse a los rebeldes, y por lo mismo a franquear la entrada de éstos a la residencia del ejecutivo. Los dos caudillos comisionaron al coronel Anaya para que al mando de un pelotón de caballería avanzara hasta el palacio y se cerciorara de lo ocurrido. Después conservando la misma formación avanzaron hacia Palacio, e hicieron alto en la calle de la Moneda, a la altura del ministerio de Guerra y Marina, en donde Reyes ordenó esperar noticias de la situación en le Palacio; Reyes le ordenó al general Ruiz que avanzará con un pelotón de caballería y algunos aspirantes hacia la puerta central de Palacio, tratando de comunicarse con el general Villar, para hacer un esfuerzo y convencerle de que se uniera a la cuartelada. Reyes insistía en que Villar, su antiguo subordinado y amigo, no sería capaz de hacer fuego contra los rebeldes, eso mismo pensaban Mondragón y Díaz .

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