Sunday, December 2, 2007

Inician los acercamientos de Huerta con los rebeldes


“Al iniciarse el séptimo día de los ataques a la Ciudadela, el general Huerta acudió a una invitación del general Blanquet a fin de que, de manea secreta, pero sin compromiso, escuchara a los comisionados del general Díaz, quien estaba interesado en una tregua, con el objeto de que se evacuara a la población civil y de los extranjeros, de una zona de la ciudad de México, que estaban dañando grande y gravemente los proyectiles de ambos bandos. Además, los comisionados de Díaz, pretendían tratar con el comandante de la plaza, sobre la posibilidad de un alto al fuego mientras la Ciudadela hacia entrega de sus heridos a la Cruz Roja. Huerta aceptó blandamente, y sin conocimiento del presidente de la república, la reunión propuesta por la gente de la Ciudadela; y ya en tal junta, comenzaron sus primeros tratos políticos con Félix Díaz”


Huerta se decide a derrocar a Madero y entra en componendas con los rebeldes

“La mañana del 15 de febrero, nació en Huerta la idea de derrocar a Madero. En ello influyó la adulación inescrupulosa del general Blanquet. El plan comenzó a desarrollarse entre ambos generales, pues al efecto, uno iba a contribuir con su mando; el otro con sus soldados. El 29º batallón se haría cargo a partir de ese día, de la custodia de Palacio Nacional. El cambio de la guardia de Palacio se llevó a cabo, sin que Madero ni sus colaboradores maliciaran los propósitos de los generales.” Pp586

“Hecho tal movimiento, la segunda parte, el entendimiento compromisorio con Félix Díaz y Mondragón pasó a constituir el capítulo principal de los acontecimientos que se preparaban. El brigadier Díaz creía tener méritos indiscutibles y prioridad incontrovertible, para que Huerta le reconociese como jefe. Huerta era dueño de la clave capaz de resolver la crisis: era el dueño de la libertad y vida del presidente de la república. A su sola voz Madero podía quedar preso. Si Félix no aceptaba la superioridad de Huerta, éste no tenía más que continuar la guerra; derrocar a la larga ala gente de la Ciudadela y disponer si así se lo proponía, del futuro de la república. Díaz creyendo que su nombre sería bastante para que en la fase final de los sucesos que se avecinaban, las tropas y el pueblo le siguiesen y abandonasen a Huerta, acepto la autoridad momentánea del comandante de la plaza; ahora que para no perder jerarquía, el general Díaz movilizó a los civiles, pero principalmente a los senadores, ministros de corte y diplomáticos, de manera que toda esta gente sembrara en Madero y en torno a Madero, un campo de pesimismo, alarma y derrota. Los senadores De la Barra, Rabasa y Enríquez se resolvieron a presentar a Madero consideraciones de tipo político, militar y diplomático, para apoyar la petición de que entregara su renuncia, hecho que sirvió para dar más alientos a los soldados de la ciudadela y a la alianza de Huerta y Blanquet“

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